lunes, 28 de mayo de 2007

Ella y Ella final..comienzo de Ella con sentimientos...



Julia querida se fue a abrir la puerta. Yo mientras, estaba en la cocina vestida solo con mis calzones, ya que hace poco estabamos jugueteando en la cama. Cuando sonó el timbre me dieron ganas de ir a la pieza, ya que la cocina se veía desde la puerta y podrían entrar y verme, pero después pensé: " mmm no, debe ser alguien de recepción, no lo hará pasar"


"Venga, pasa"-dice Julia. Escucho la voz de Pedro. No. No podía ser, ¿qué estaba haciendo ahí?. Me quedé paralizada, no es que le tuviera miedo, si era un cliente no más, pero imaginense me deja botada en otro país, o con sus influencias hace que me detengan...Me Asusté.

Preguntó por mi un poco extrañado y Julia le dice claramente: Está en la cocina. MALDITA, COMO NO PIENSA QUE PUEDE SER MI NOVIO, COMO TAN PERRA. En esos momentos la odié, por ser tan descarada, tan maquiavélica,ella no sabía que era un cliente, qué se creía esta Julia exquisita...


Y Pedro me vio. Solo atinó a preguntarme que qué pasaba y yo solo atiné a decirle que "nada". Me fui a la pieza, me comencé a vestir. Mientras tanto Julia le ofrecía agua y le decía chistes, él no se reía...


" Vamos, vamos"-le dije mientras lo sacaba de ahí, Julia me hizo prometer que la volvería a llamar con voz coqueta. Pedro nos miraba mientras yo le decía que si en un susurro cerca de sus labios, pobre tipo ni hablaba!


Ya en nuestra habitación me pregunta que mierda hacía en calzones en la cocina de esa española, -¿ qué te pareció a ti querido? - No sé , dime tú. - No lindo, no tengo porqué decirte nada, no te tomes atribuciones.


Listo, me lo saqué de encima. En realidad no tenía que darle ningún tipo de explicación si no es nada mio. Lo que sí, debía buscar la manera de despedirme de Julia, y quería hacerlo a pesar de hacer que Pedro notara algo "extraño", así que esperé que este se durmiera (después de 3 sesiones se sexo) y me escabullí por los pasillos hasta su habitación.


Toqué la puerta y no salía. Tuve que tocar 5 veces para que se asomara...un poco cansada me preguntó qué quería. "Despedirme, mañana vuelvo a Chile"- Entonces suerte, ahora no puedo atenderte, a no ser que quieras reunirte a NOSOTRAS. ¡Estaba con otra mujer! ahora muchos se desilusionarán, pensarán que hicimos un trío femenino, pero me fui. Le di un beso increible y largo y le di las gracias por la experiencia, pero hasta ahí llegaba yo. Y volví a la cama con Pedro.


Me di vueltas muchas veces. Estuve a punto de ir, pero a mi quien me gustaba era Julia, no la otra mujer...y prefería recordar a Julia sólo conmigo...no con otra.


Llegando a Chile Pedro le contó a la Donna lo de Julia, ella se rió de buena gana, yo también. Se enojó asi que quiso hacerme mala reputación diciéndoles a los clientes que me metía con mujeres. Bruto. Mis pedidos aumentaron casi en un 30% Gracias Pedrito.


Hace unos días sentí. Cliente de mierda...ella no siente, nunca siente...pero creo que caí. Caí como una bruta.




viernes, 4 de mayo de 2007


Ella con "ella"
La vi por primera vez tomando desayuno en la terraza del hotel. Me llamaba la atención porque siempre la veía sola, viendo revistas, tomando agua y pintándose los labios. Se vestía bien extraño, llena de pañuelos, muchos colores y aros largos, igual que su cuello.

Pensé primero que miraba a Pedro. No quitaba la vista de nuestra mesa, a ratos sonreía coqueta, lo que me daba lo mismo, de hecho me daba risa la situación, “supiera que me pagan por estar aquí” pensaba. Así eran todas las mañanas: tomar desayuno con su mirada clavada en nosotros, las sonrisas que cada vez fueron más directas hacia mí, y sus labios mojados por el té matutino.

Jamás se me pasó por la cabeza involucrarme con una mujer. Ni siquiera en mi trabajo lo había hecho, no estaba dentro de mis planes, ni de mis deseos. Pero ella, ella es gusto de cualquier sexo, es una mujer increíble, sus dientes, sus ojos negrísimos, sus labios perfectos, su voz.

Bueno, en las tardes yo quedaba sola, porque Pedro salía a ver los temas ligados a su empresa. Entonces me las daba de turista y salía a pasear. En una de esas tardes me la topé en el hall del hotel. Estaba sentada esperando algo, mientras yo me paseaba para que me viera, no quería salir de ahí sin que me hablara. Pero no se me acercó. Me dio rabia que no me dijera nada, sentí una especie de traición, pero a la vez pensaba: “si es una mujer carola, da lo mismo, nunca tan falta de amigas” No aceptaba que ella me atraía mucho más sexualmente que emocionalmente.

La primera vez que cruzamos palabras, fue cuando dejé las llaves de la pieza al encargado. Ella también estaba ahí recibiendo unos mensajes cuando me dice: “hola, como estáis” Ese “estáis” me dejó encantada de inmediato. Le dije que bien, pero un poco aburrida. Parecía una niñita de 15 deseando demasiado algo. No entendía bien porqué sólo quería su compañía, su aprobación a mis comentarios y tocarla.

Me invitó a un bar con artistas muy entretenido. Era todo bastante distinto a lo que me gusta en general. Yo soy más urbana, de bares empresariales minimalistas, no de bar circense con artistas medios hipies. Pero lo pasé tremendamente bien. Se notaba que en cada movimiento buscábamos tocarnos, las copas nos estaban surgiendo efecto, y cada risotada hacía acercar nuestras caras que cada vez corríamos menos. Quería besarla, sí, es cierto. Quería explorar en un cuerpo como el mío, meter mi lengua en su boca dulce, hasta me la imaginé desnuda con su cuerpo perfecto.

Tan bonito que escribo, pero la verdad es que me tenía re caliente Julia. ¿Una mujer calentándome? Ni en mis sueños más remotos. Pero quería frotarla entera, que ella descubriera mi cuerpo, experimentar con la española de voz ronca y mirada ardiente. Yo no sabía si ella sentía la misma calentura o no, pero me tiré a la piscina, pues pensé: “a lo más se enoja y calabaza calabaza cada una a su casa, es decir, a otro país”. Entre chiste y chiste, mareo por los tragos y risas fuertes, le pedí que me acompañara al baño. Obvio que con su “qué”

Nos levantamos bien mareadas las dos y entramos. Hice como que entré al baño. Hasta confort le pedí de mentira. Por dentro me daba risa lo que estaba haciendo, se suponía que era una de las putas más reconocida y trabajólica del último tiempo, y ahí estaba: en un baño de Canadá tratando de follarme a una mujer.
Cuando salí, se estaba mirando al espejo pintándose los labios. Yo empecé a retocarme el maquillaje también cuando se me acercó. Yo estaba roja por el alcohol, cuando el cuerpo se te empieza a poner caliente y solo quieres dejarte llevar por algún cariño. Ella estaba acalorada también, con los ojos un poco dilatados y los labios más rojos que nunca.
Se me acercó y me preguntó si el maquillaje estaba bien. Yo apoyada en la pared, y sus labios rozando mi nariz con aire desafiante.
Debe haber pensado que me iba asustar, pero en vez de eso me paré más erguida para que quedaran los labios cercanos y le respondí “se ven perfectos tus labios, ¿y los míos?” “Increíbles” Me dio una risa nerviosa que traté que fuera sexy para no espantarla, no podía creer lo que estaba viviendo.

Primero, besó mi labio superior, lo tomó y lo dejó de inmediato. A mi no me vienen con jueguitos de te doy y te quito, por lo que le tomé la nuca y le di un tremendo beso. Se sentía rico, suave, la lengua en la altura perfecta dentro de mi boca, una sincronización que hacía erizar mi cuerpo cada vez más. Nunca, con tan sólo un beso me había mojado tanto. Sentía como mi sexo se iba dilatando, palpitaba estrepitosamente pidiendo más movimientos, manos más profundas, más locura dentro de ese baño.

Instintivamente nos metimos a una caseta. Sé que no es el lugar más higiénico, pero a esas alturas importaba bien poco. Le saqué su chaqueta, su beatle rojo y pude por fin tocar sus senos contundentes. No eran chicos como algunos imaginarán, no, eran grandes, abultados, riquísimos. Mientras, ella desabrochaba mi camisa y chupaba mi lóbulo, cuando se encontró con mis pechos duros por la excitación, atacó con ansias, chupaba increíble, tocaba suave con las manos, pero fuerte con su boca.

Abajo mi sexo no aguantaba más, me desabroché yo misma los pantalones y se lo pedí. Sexo oral hecho por una mujer era el privilegio de esa noche. Me los bajó y yo abrí mis piernas. Ella agachada tocaba mis muslos ya jugosos e introdujo primero sus dedos. Esa mujer claramente tenía un talento con los dedos, al buen chileno “tenía dedos para el piano”. De la pura emoción golpeé la pared de la caseta, ¡qué placer Julia querida!. Y luego furiosamente tu lengua, jugando con distintos tiempos, más rápido, luego lento. Tu lengua profunda, tus labios besando cada espacio, tu mirada desde abajo con los ojos idos de placer. Era mucho, y bueno.

Me tocaba a mí. Nunca había chupado el sexo femenino. Pero tenía ganas de ver a Julia gozando del placer. Le bajé sus pantalones y me encuentro con su sexo, blanco, suave, pequeñito y mojado, listo para mi boca. Creo que fui buena, lo hice con una buena intensidad, y por lo gemidos de Julia la cosa estuvo buena. Es rico el sexo femenino, es suave y cómodo para el sexo oral, tiene más fibras sensitivas al parecer y el sabor del jugo de la española era exquisito.

Lo pasé bien, fue excitante sentir como entraban al baño y se iban en silencio para no interrumpirnos. Me sentía una malvada niña, con una malvada mujer (Julia es 8 años mayor que yo). Debo confesar que me hizo falta de igual manera la penetración. Quizás si hubiéramos tenido algo a mano para suplementarlo habría sido diferente, pero qué importa, si después llegué y me acosté con Pedro.

Con la española estuvimos en su pieza todas las tardes. A veces salíamos, pero lo rico era quedarnos todo el día jugando a las caricias. Un día, Pedro llegó antes al hotel y preguntó por mí. El encargado de las llaves (que era un sapo) le dijo con quien estaba.
Y Pedro subió, llamó a la habitación, y la descarada de Julia…
A la otra les cuento, Pedrito se portó mal, pero me ayudó en el negocio, ja! Le salió el tiro por la culata.